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La epilepsia se refiere a un grupo de trastornos caracterizados por crisis recurrentes, que pueden ir acompañadas de convulsiones. El cannabis y las terapias a base de cannabis han demostrado tener efectos beneficiosos en varios tipos de epilepsia, a través de diferentes mecanismos biológicos.

 

 

Anticonvulsivo

La mayoría de crisis epilépticas son convulsivas, lo que significa que van acompañadas de convulsiones que se caracterizan por las contracciones rápidas, e involuntarias, de los músculos que pueden hacer que todo el cuerpo sufra temblores o sacudidas sin control.

 

El tipo más común es la convulsión tónico-clónica, que consiste en un corto período de inmovilidad seguido de un temblor incontrolable. Si la actividad es grave y prolongada, las convulsiones pueden ocasionar daños en el tejido cerebral, sobre todo en los niños pequeños, cuando el cerebro todavía está en desarrollo. El síndrome de Dravet es sólo uno de los tipos de epilepsia que aparecen durante la infancia y que pueden causar daños neurológicos

En 1947, los investigadores modernos analizaron las propiedades anticonvulsivantes de los cannabinoides. En un primer estudio, realizado en la Universidad de Sydney en 1974, se demostró que delta–THC administrado en dosis elevadas tenía un efecto anticonvulsivo en ratones, a los que se les había hecho sufrir convulsiones administrándoles descargas eléctricas y químicas. Se observó que el CDB aumentaba este efecto del delta–THC, aunque los investigadores no pudieron comprobar que el CDB fuese eficaz por sí mismo.

 

Neuroprotector

El sistema endocannabinoide desempeña un papel importante en la regulación de la duración y frecuencia de las convulsiones, de hecho, algunos investigadores creen que la epilepsia podría ocurrir como resultado de un desequilibrio inherente del sistema endocannabinoide.

 

La causa común de las crisis convulsivas, y no convulsivas, es la excitación excesiva de las neuronas del cerebro, y la zona del cerebro que se ve afectada varía según el tipo de epilepsia.

 

El cannabis y las terapias a base de cannabis pueden dirigirse, realmente, a la causa de la epilepsia y proporcionar un efecto neuroprotector que reduce la gravedad y la frecuencia de los síntomas.

 

El estado epiléptico

El estado epiléptico puede implicar crisis convulsivas, o no convulsivas, que o bien duran un período de más de cinco minutos cada una, o se producen con una frecuencia de más de un ataque cada cinco minutos sin recuperar la plena conciencia entre los mismos.

El estado epiléptico suele tratarse con benzodiazepinas o barbitúricos. Ambas clases de fármacos son conocidos porque suelen producir una gran debilidad como efecto secundario, y están lejos de ser efectivos en general. Sin embargo, hay pruebas de que los cannabinoides, concretamente los agonistas de los receptores CB1, como la anandamida, delta–THC, y el análogo sintético WIN 55.212-2, pueden proporcionar una mayor protección contra el estado epiléptico. En un estudio de 2006 publicado en el Journal of Pharmacology, WIN 55.212-2 demostró la capacidad de suprimir completamente todos los ataques, incluyendo los episodios prolongados asociados al estado epiléptico. El estudio también señaló que WIN 55.212-2 superaba con creces a la fenitoína y al fenobarbital a la hora de suprimir el estado epiléptico.

 

Se ha demostrado que los agonistas de los receptores CB1 son de fundamental importancia para suprimir las convulsiones, y prevenir la aparición de un estado epiléptico. Es evidente que tanto delta–THC como el CBD desempeñan un papel importante en el control de los ataques de la epilepsia.

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